La noche negra de Palacio y la reina callando.
- El periodista anónimo
- 16 mar
- 2 Min. de lectura
A partir de hoy, comenzaremos a escribir historias, vivencias, palabras, gritos, indignación y todo adjetivo que clame justicia.

Iniciamos esta columna con quien debería representar orgullo para una Nación y velar en los hechos por un país unido y próspero, lamentablemente no es así: La Presidenta de los Estados Unidos Mexicanos.
Claudia Sheinbaum Pardo, ha superado por mucho a su antecesor, pero no por lo que se refiere a eficiencia y resultados; o como ella le llamo en su eslogan de campaña "Honestidad, resultados y amor al pueblo".
¿Honestidad? No existe. Su partido cada vez más, evidencia irregularidades en los tres órdenes de Gobierno; con acusaciones de nepotismo en administraciones locales y estatales, con refinerías que no refinan y aeropuertos que no despegan.
Con obras a sobre costo, donde los mexicanos se han acostumbrado a escuchar cantidades millonarias como si se tratase de dinero privado y no público.
¿Resultados? No existen. Con un país ardiendo, literalmente. Con ranchos que se utilizan para entrenar sicarios y carreteras para albergar delincuentes; con un sistema de salud colapsado, ineficiente y miserable.
¿Amor al pueblo? No. Quien ama a su pueblo, escucha, entiende, siente y resuelve. Desgraciadamente Claudia Sheinbaum, cada mañana parece levantarse con el semblante más desencajado, casi vencida por un país que clama justicia; pero para ella es suficiente culpar al pasado ¿Al PRIAN? ese PRIAN ya no existe, sólo cambió de nombre y hoy se llama Morena, aunque le purgue.
Lo sucedido en Teuchitlán indignó al país entero, activando a la Sociedad Civil en plazas públicas para exigirle al gobierno, lo que es su obligación: Justicia y seguridad para un país que hoy ante el mundo es un nido de cárteles.
Seguramente la Presidenta descalificará las movilizaciones de víctimas y madres buscadoras; en el fondo, la entendemos, no debe ser fácil ser ignorada a todas luces por los "lideres" de su Partido.
El tiempo corre y cada grito de justicia recae sobre su espalda.
Al tiempo.
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